Paseo por el parque – A walk through the park
Pedrito, un niño travieso de siete años, decide tomar un paseo en el parque. A su lado camina su perro llamado Fido. Fido es de pelo largo, color blanco y tiene las orejas marrones. Mueve su cola con emoción mientras ambos transitan por un camino entre filas de árboles.
Es un día muy feliz para Pedrito. Se siente muy a gusto. Su mamá está en casa, pero ya le dio permiso para que se fuera con Fido a caminar.
En el parque hay otros niños, la mayoría en grupos mezclados de hembras y varones. Pedrito los observa por un momento, mirando como disfrutan de sus juegos. Quiere integrarse, pero decide seguir.
En su camino se encuentra con un inmenso árbol. Observa hacia arriba tras oír un ruido y ve movimiento. ¿Ardillas? Ciertamente, hay peludos animales en la cima del árbol. Comen bellotas y escalan las ramas del árbol con espíritu aventurero.
Una suave brisa golpea a Pedrito y éste sonríe. Es un día con clima muy agradable. Fido ladra y mueve su cola nuevamente al ver la felicidad de su amo, y este se ríe.
“Oh Fido, ¿qué sucede?” le pregunta a su mascota.
Pedrito mira hacia adelante y entiende por qué Fido había ladrado. Hay un lago muy grande delante de ellos, un cuerpo de agua enorme con patos, gansos y otros pájaros caminando alrededor.
El niño se siente curioso, pero sabe que necesita tener cuidado de no tropezar y caer en el lago. Al acercarse, observa como el lago refleja el azul del cielo y la luz solar que brilla sobre él. Es una vista impresionante.
Una pareja rema un bote en el lago, y Pedrito mira como los peces nadan rápidamente para evitarlos. Un bebé llora desde el pecho de su madre. Fido voltea curioso y observa como la madre del bebé lo calma en pocos segundos. Es la primera vez que Fido observa un bebé humano.
Pero cuando voltea nuevamente al ver un movimiento, empieza a gruñir.
“¿Qué sucede?” pregunta Pedrito, pero ya es muy tarde. Fido arranca como en una carrera detrás de un enorme gato blanco.
“¡Fido!” grita Pedrito, “Fido, ¡regresa!”
pero Fido no le presta atención. El perro es rápido y el gato más aún. Pedrito sabe que debe alcanzarlo, y acelera el paso detrás de su mascota. “¡Fido!”
Llega a un gran jardín de flores, y escucha como varias señoras se quejan de que unos animales están acabando con todo. Cuando notan la llegada de Pedrito, fruncen el ceño.
“¿Ese perro destructivo es suyo?”
Pedrito las mira nervioso y asiente con la cabeza.
“¿Hacia dónde fue? Se me escapó y debo atraparlo.”
“Hacia el área de la cafetería,” le responde una señora anciana con cara de molestia, pero luego su expresión cambia.
“Suerte, chico.”
Pedrito da las gracias y rápidamente emprende su persecución nuevamente. Mientras corre, observa el daño que le hizo Fido a las lindas rosas y tulipanes que crecen en el jardín. Hay un gran número de huellas de animal en la tierra, y esto le permite a Pedrito seguirle el paso a su mascota.
“Oh, ¿qué habrás hecho, perro desastroso?” se pregunta a sí mismo.
La cafetería está adelante, y está completamente llena de comensales. Hay meseros con vasos, platos y cubiertos, pero ya varios de ellos están gritándole el uno al otro por los animales que corren entre las sillas y trepan sobre las mesas.
“¡Atrápalo!”
grita un mesero gordo. Varias personas se ríen a carcajadas al mirar la escena. Algunos comienzan a grabar con sus teléfonos celulares.
“Esto va para las redes sociales,” …. dice una joven chica pelirroja entre risas.
Finalmente, Pedrito pierde su paciencia.
“¡Fiiiiiidoooooooo! ¡Basta!”
El perro se detiene, baja la cabeza y mete la cola entre las patas. Se acerca a Pedrito lentamente y parece pedir perdón. Todos los comensales y meseros miran hacia el niño furioso y su perro con curiosidad.
“Disculpen, señores,”
murmura Pedrito con vergüenza, y se aleja de la cafetería. Una vez alejados del área de comida, mira a su mascota con molestia.
“¡No lo vuelvas a hacer!”
Cuando ve la reacción de Fido, siente un poquito de lástima y se le escapa una sonrisa.
“Está bien, tranquilo pequeño. Estás perdonado.”
De repente, escucha a un hombre con una profunda voz.
“Hey, chico, ¿eres el dueño del perro?”
Pedrito siente nervios y mira el hombre con temor. Es un señor alto, fuerte y con uniforme de seguridad.
“Estás en problemas, ven conmigo.”
Pedrito trata de buscar una forma de escapar a la situación, pero no hay ninguna.
“¿Qué tipo de problemas?”
“Los niños no pueden estar solos acá. Además, dañaste el jardín de flores y creaste caos en la cafetería. Vamos,” le dice el custodio. “Te mantendremos en la oficina de custodios hasta que aparezca tu representante.”
Los nervios crecen e incluso Fido empieza a preocuparse.
¿Oficina de custodios?, se pregunta, ¿eso es como una cárcel o algo así?
“¡Un momento!” grita una voz familiar. “¡Acá estoy!”
Pedrito y Fido giran, ambos sorprendidos.
“¡Mamá!” suspira Pedrito con alivio. “Estás aquí…” Casi lloraba de la emoción.
“Si, hijo. Disculpe, señor. Mi hijo sólo estaba intentando pasear a su perro cuando éste se soltó.”
El custodio mira a Pedrito con sospechas, pero asiente.
“De acuerdo, señora. Que tengan un buen día. Intenten sostener a su mascota, por favor.”
Cuando ya están a solas nuevamente, la mamá de Pedrito le lanza una mirada llena de veneno.
“¡Que no vuelva a pasar!”
Pedrito simplemente la mira con ternura y se acerca a abrazarla. Incluso Fido se para en dos patas para agradecerle su repentino rescate.
“Te queremos, mamá,” dice Pedrito con alivio, alegría y amor. “Eres la mejor.”
La rabia de su madre desaparece en seguida y le devuelve el abrazo a Pedrito y Fido.
“Ah, hijo. Está bien. Te vine a avisar que ya está listo tu almuerzo favorito, ¡y mira cómo te terminé salvando de un castigo! Ahora vámonos, ya paseaste suficiente.”
Y con eso, los tres regresaron a casa. Pedrito le sonrió a Fido.
“¿Oíste eso, compañero? ¡Nos espera lasaña en casa!”
Pedrito podría haber jurado — por más fantasioso que suene — que su perro le guiñó el ojo.