Leyendas Ecuatorianas

  • Leyenda de Cantuña
  • La Dama Tapada
  • Leyenda de la Posorja
  • La canoíta fantasmática
  • Leyenda del Padre Almeid
  • El riviel
  • Guayas y Quil
  • Tesoro de la Llanganatis
  • El cucurucho de San Agustín
  • El gallo de la catedral
  • El monstruo de la laguna de Papallacta
  • El tesoro del pirata Lewis
  • La doncella de Pumapungo
  • La princesa triste de Santa Ana
  • Umiña
  • El Guagua Auca
  • El ataúd Ambulante
  • La bella Aurora
  • Leyenda de la capa del estudiante

 

Leyenda de Cantuña

En el centro histórico de Quito, se encuentra la Iglesia de San Francisco. En referencia al origen de esta basílica, es popular esta narración, de la época colonial, que se ha difundido generacionalmente y que cuenta con varias versiones.

Esta leyenda no solo nos da una explicación sobre la construcción de la iglesia, sino también una importante lección acerca de cumplir las promesas.

Cuenta una historia popular que, allá por la época de la colonización española, vivió Francisco Cantuña. Este hombre se aventuró en la compleja tarea de construir la Iglesia de San Francisco, situada en el centro histórico de Quito, en un plazo de 6 meses.

Pasó el tiempo y llegó el día de antes de entregar el resultado, pero, el edificio no estaba terminado. Ante esto, Cantuña decidió pactar con el diablo para que este la terminara apresuradamente. A cambio, le entregaría su alma.

El diablo accedió a la propuesta y trabajó sin parar. En el último momento, Cantuña se arrepintió de haber vendido su alma y, antes de concluir la obra, se escondió la última piedra que serviría para concluir la iglesia.

Finalmente, cuando el diablo pensó que había terminado la obra, Cantuña le mostró que no era así enseñándole la piedra. De esta manera, Cantuña salvó su alma del infierno.

La Dama Tapada

Esta leyenda guayaquileña, cuyo origen remonta a finales del siglo XVII, tiene como protagonista a una misteriosa mujer cuyo rostro va oculto con un velo negro. Esta aparece con la intención de asustar a hombres ebrios y hacerlos desfallecer.

Aunque se desconoce cómo surgió esta historia, seguramente, su intención es la de amedrentar a los hombres descarriados.

Dice una antigua narración que, por las calles de Guayaquil, se dejaba ver por las noches un misterioso ser conocido como Dama Tapada.

El espectro solía aparecerse a hombres ebrios que transitaban calles poco transitadas. Al verla, muchos de ellos perdían la vida del susto, otros por el maloliente hedor que desprendía el ente.

Cuenta la leyenda que, aun hoy, la Dama Tapada recorre las callejuelas de Guayaquil en busca de atemorizar a los “tunantes”.

Leyenda de la Posorja

En Posorja (Guayaquil) se ha transmitido una interesante narración que da explicación al origen del nombre de este lugar. Este surgió por la llegada de una princesa con en mismo nombre, que vaticinó el futuro de la población.

Cuenta la narración que, en la actual parroquia de Posorja, hace mucho tiempo apareció de la nada entre las aguas una princesa con don para la videncia. La niña tenía un colgante de oro en forma de caracol.

Pronto, la muchacha fue acogida por los pobladores y, cuando se hizo mayor, predijo que llegarían unos hombres que alterarían la quietud del lugar y acabarían con el imperio Inca.

Después de esto, la mujer dijo que esta era su última predestinación, se introdujo en el mar y una gran ola la hizo desaparecer.

La canoíta fantasmática

En la tradición oral de Guayaquil permanecen historias como esta, cuyo origen podría remontar a la colonización, y que fue registrada por primera vez en el siglo XIX.

Una leyenda de terror protagonizada por un espectro femenino que permanece eternamente cumpliendo un castigo. En el fondo, la historia tiene un carácter aleccionador acerca de las consecuencias del adulterio.

Cuenta una vieja historia que, por los ríos de las tierras guayaquileñas, navega el espectro de una mujer durante la noche. Se dice que es el espíritu de Isabel, quien permanece errante para cumplir una condena impuesta por Dios, después de que esta muriera.

Dice la leyenda que Isabel tuvo una vida compleja y dio a luz a un bebé en una canoa, este era un hijo extramatrimonial. Un fatal desastre hizo que el pequeño perdiera la vida y decidió esconderlo en el mar para que nadie supiera de él. Al morir, Dios la enjuició y la sentenció a buscar a su hijo eternamente. Quien la ha visto percibe una canoa, apenas iluminada.

La mujer emite un espeluznante sonido y repite constantemente: “Aquí lo dejé, aquí lo maté, aquí lo he de hallar”.

Leyenda del Padre Almeida

En Quito es conocida una popular historia, de origen desconocido, que tiene como protagonista a un párroco muy particular, el Padre Almeida. La moraleja de esta leyenda no es otra que la de advertir a quienes se dan a la mala vida y a los excesos.

Es muy reconocida la frase “¿Hasta cuándo, Padre Almeida?”, detrás de ella se encuentra esta narración.

Dice la leyenda que, hace mucho tiempo, existió un personaje eclesiástico famoso por sus juergas clandestinas.

El joven sacerdote, conocido como Padre Almeida, aprovechaba cualquier descuido para salir por las noches del convento de San Diego sin que nadie le viera. Solía escaparse por el torreón de la iglesia, deslizándose por el muro hasta la calle.

Un día, cuando iba a salir de parranda, escuchó que alguien le decía: “¿Hasta cuándo, padre Almeida?”

El sacerdote pensó que era producto de su imaginación y respondió: “Hasta la vuelta, señor”. El hombre no se percató que había sido la imagen del cristo que había en lo alto de la torre, y se marchó.

Horas después, Almeida salió de la cantina dando tumbos. En la calle, divisó a unos hombres portando un ataúd. Pronto, el féretro cayó al suelo y, para su sorpresa, vio que la persona que estaba dentro era él mismo.

Cuenta la narración que, desde entonces, el sacerdote decidió abandonar la juerga y prometió llevar una vida íntegra. Entendió que era una señal de Dios y jamás volvió a escaparse del convento.

El riviel

En el folclore ecuatoriano encontramos leyendas de terror como esta, la cual se extiende por la región de Esmeraldas.
Esta narración, de origen desconocido, tiene como protagonista a un espectro fluvial que aterra a los navegantes en la oscuridad.

Dice esta leyenda que, por los ríos ecuatorianos, merodea durante la noche un espectro asustando a quienes lo sorprenden.

El riviel, así es como se le conoce a este espíritu, navega en un bote con forma de ataúd que mueve con un remo que tiene apariencia de cruz. Este aspecto va iluminando su paso con una tenue y siniestra luz.

Cuenta esta narración que, el riviel asusta a los navegantes, haciéndolos caer al agua y poniendo en peligro sus vidas.

Por eso, los marineros nocturnos suelen llevar anzuelos y trampas para atraparlo.

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